Siempre me pregunto cuando me pongo delante de
un cuadro, de una escultura o de cualquier obra de arte, cómo el autor ha
llegado a concebirlo, cómo ha sido ese camino de creación, si existe eso
llamado inspiración o simplemente comienza teniendo una idea, pero sin tener
conciencia en su interior de la totalidad de ella.
En estos días que estoy compartiendo mi tiempo
con un artista las 24 horas del día, desde que amanece hasta despedirnos cuando
me voy a dormir, he tenido la oportunidad de llenar ese espacio de mi
curiosidad y he llegado a ver y vivir paso a paso cómo este artista crea una de
sus obras de arte, ésta a la que me refiero en este artículo ha durado cuatro
días completos, pero no quiero decir con ello que todas sus obras se realicen
en ese tiempo.
Primer día
Inicié escribiendo este artículo en su
estudio, detrás de mí estaba él, pensando; la típica postura del codo en la
mesa y una mano en la frente y en la otra un cigarrillo, nos hablábamos, más
bien yo le contaba cosas y el asentía o me contestaba mmm… ajá …sí ...no…hasta
que giré mi cabeza y vi que no me estaba haciendo caso y que en su mano
izquierda tenía una foto muy bonita como de un antiguo edificio abovedado, la
miraba fijamente, pero con todos los síntomas de ver algo a través de ella, que
yo por más que me fijaba no veía; como si estuviera intuyendo alguno de sus
mundos imaginarios. Yo seguí un rato más con mi escrito pero con el rabillo del
ojo miraba para ver qué pasaba al lado. Un rato, otro rato más y después
movimientos de papeles, en su mesa de trabajo montones de fotos, recortes,
hojas de diferentes tamaños con distintos motivos empezaron a cobrar vida; se puso de pie salió al pasillo, regresó, vuelta a
sentarse, otro cigarro, hablar entre dientes cosas que no le entendía, encender
el ordenador, la impresora, vuelta a coger la foto y llegar hasta la ventana
para verla al trasluz, etc.. Yo ya no escribía, dejó de interesarme lo mío para
sentir lo suyo, intuía que debía estar atenta pues parecía el principio de algo
que se estaba gestando. Como seguía sin hacerme caso, salí y me puse a leer.
A media mañana, después de haber desayunado y
platicado, me acerqué y le pregunté ¿Qué
estás haciendo?, - aquí tratando de
encontrar el ambiente conductor de este cuadro, lo tengo en la cabeza pero
necesito visualizar el espacio, el contexto, más o menos lo tengo pero necesito
más cosas-.
Como en un par de horas volví a entrar en el
estudio y miré por encima de su hombro. Esa foto primera la vi convertida en un
escenario con varias bóvedas, unos arcos con columnas, unas escaleras a ambos
lados y de fondo unos ventanales. Quedé atónita. Volví a salir y seguí leyendo.
A primera hora de la tarde, me senté de nuevo
en mi escritorio a ver mis correos y ahí seguía él muy metido en su mundo,
dibujando, coloreando y con algunas fotos de cielos y estrellas. Cuando terminé
de hacer unas llamadas y de revisar mis correos, volví a salir para seguir
leyendo, por cierto una novela de Mankell, policiaca que me tenía entretenida con
el suspense.
Al rato se acercó con su escenario ese tan
bonito y me lo enseñó …- ¿te gusta madre,
que te parece?, -le había calado los ventanales y quedaban increíbles, me
enseñó unas fotos con cielos estrellados y otros con nubes, los dos muy
bonitos….- ¿cuál te gusta más para poner debajo
de las ventanas abiertas?- me puso
una y otra y le dije que me gustaban las estrellas que le daba más misterio.
Siguió con su soliloquio (habla mucho cuando
está absorto en su trabajo), que yo oía desde el rincón del sofá donde estaba
leyendo.
Cenamos, hablamos de nuestras vidas, de
nuestras cosas, nuestros sueños, distancias, amores y desamores. Después él se
fue a su estudio y yo vi un poco de televisión hasta que el sueño me llevó de
la mano a la cama. Pasé a darle un beso de buenas noches, le dije …te quiero
hijo, hasta mañana.
Segundo día
Buenos días cariño ¿te quedaste hasta muy
tarde anoche?,…- creo que eran las dos
cuando me acosté, tu ¿has dormido bien?- ...muy bien… -Te apetece un café-… ¡claro!,
y yogur con miel, tostadasy zumo.
Después nos subimos al estudio los dos, cada
uno a sus cosas. Lo primero que hice fue mirar de soslayo lo que tenía Darío en
la mesa: muchas fotos esparcidas con mujeres rubias y morenas en varias
posturas, con unas caras muy bonitas; alas, unas de aves y otras que me
parecieron de ángeles, blancas, de
colores, grandes, pequeñas; algunas figuras de hombres vestidos, desnudos en
varias posturas y otra vez quede sorprendida, no puedo explicar bien lo que
sentí, esos mundos que entreveía pero que no comprendía que hacían ahí.
Me
senté a seguir con mi artículo pero tenía como una especie de presentimiento,
como si estuviera al inicio de participar en el nacimiento de una cosa
hermosa, cada vez que veía esas imágenes
trataban de decirme algo, como si fueran
varios elementos dispersos esperando que alguien les diera vida, los
pusieran en el lugar adecuado para que tuvieran sentido.
No hice ningún comentario porque entendí que
no serviría de nada, él andaba en ese mundo suyo en el que es difícil entrar,
hablando de sus cosas a sus hados o a la atmósfera, quién sabe si alguien le
conteste en su cabeza.
Estuvimos toda la mañana cada uno en su rollo,
yo tranquila del sillón del ordenador al sofá de la lectura, él recortando sus
personajes, muy centrado en la que
hacía, eso sí, siempre con un fondo
musical dependiendo del momento y hora pero todo él muy motivador.
Se incorporó a nosotros Hana, comimos, hicimos
sobremesa, nos presentamos una a otra con nuestras historias pues en ellas hay
grandes rasgos del devenir de nuestra vida, de nuestros gustos, anhelos, filias
y fobias, muy entretenida la velada tomando un sabroso café.
En la tarde Darío subió un rato al estudio
pues algo de lo que traía en su cabeza le impulsó a hacerlo y nosotras le oíamos
su soliloquio.
Después
les acompañé a su clase de meditación en Casa Tibet, regresamos cenamos y hasta
el siguiente día.
Tercer día
Amanece un día precioso con sol, menos mal que
la lluvia nos ha dado un respiro. Desayuno riquísimo, charla distendida, besitos
de por la mañana, despedida de Hana a hacer sus cosas y nosotros al estudio, yo
a ver correos y Darío a pelearse con la fotocopiadora pues esa mañana no
funcionaba bien y se impacientaba porque no podía seguir.
Por fin, después de varios intentos con papel
atascado incluido, parece que la máquina
se ha sentido aludida y ha escupido algo, no sé el que, pero le ha hecho muy
feliz. Miro por el rabillo del ojo y le veo bailar al son del grupo
DireStraits. Ahora está callado, lleva un rato así muy concentrado recortando
lo que la máquina le ha dado y parece que tiene entretenimiento para rato. Me
pregunta mi opinión sobre lo que ha estado haciendo en este tiempo de
tranquilidad y de nuevo la sorpresa acude a mis ojos, son una serie de tiras
con jaulas en cada una de ellas en distintas posiciones que van superpuestas a
unos cielos de un intenso color azul y unas nubes en movimiento increíbles que
parecen salirse del perímetro del cuadro. Está satisfecho, pone de nuevo música
y enciende un cigarro.
Le dejo tranquilo, leo mi libro, escucho
música y de vez en cuando le visito sin hablarle, únicamente miro por encima de
su hombro y veo como los personajes están tomando su lugar en ese escenario
maravilloso creado por el artista.
Cuarto día
Nuestra rutina diaria se cumple rigurosamente,
besos mañaneros, desayuno, charla y subida al estudio de nuevo.
Ahora sí, miro sin disimulo y mis ojos y mis
sentidos se estremecen de emoción. Los personajes, tres mujeres y un hombre,
han tomado su lugar en ese universo fantástico, un edificio por encima de las
nubes, éstas a los pies del barandal donde están ubicados los protagonistas,
mujeres y hombre pájaro; del edificio penden una serie de jaulas que cuelgan
entre las nubes y unos mensajes que nos indican lo que el artista transmutado
en su obra nos cuenta:
…-”cuando
nacemos no sabemos que somos libres, que nos dieron alas, que está en nosotros
soltar las ataduras, las cadenas que nos hemos impuesto para poder volar….todos
lo podemos hacer, todos tenemos ese don”- …
…-“¿Porqué
nos da tanto miedo ser libres de nuestro destino?, él existe pero no está
escrito…nosotros somos los autores de nuestras vidas”-…
Después de observar el cuadro con casi un
atisbo de reverencia, me quedo callada, pienso y me pregunto muchas cosas. ¿De
qué mundo interior, de que rincón de la psique, de que otras vidas vividas,
puede emerger esta creación pensada y sentida cuanto tiempo antes?; no cabe duda que una vez que el artista se
pone a crearla, ya la trae desde hace tiempo en su interior, ya la ha sentido,
ya ha tenido los espasmos el dolor para parirla y darle vida.
Ese maravilloso momento, ese parto creativo he
tenido el privilegio de sentirlo paso a paso y verlo aparecer, de tal forma que
me siento una persona afortunada pues he podido llenar mis dudas e intuir lo
que puede haber detrás de una obra de Arte, un ser humano con la capacidad de
sentir y transportar al espectador a un mundo donde ambos ponen sus
sentimientos.
Por fin
he podido terminar mi artículo, hoy día 20 de julio del 2014 ha nacido la
criatura llamada “APRENDIENDO A VALORAR
EL VALOR QUE TODOS TENEMOS DE VOLAR”.